solo el viento pasea en su interior.
De sus muros cuelga el eco perdido
de voces, llantos y alegrías.
Son los gatos sus únicos señores...
Sus ventanas como cuencas vacías, miran sin cristales. Ya nadie pinta su fachada ni repara los techos rotos por el golpeteo constante de las ramas de la buganvilia agitadas por el viento, que alguno de los muchos dueños sembró en el patio trasero, y que ahora crece libre rompiendo con sus raíces las baldosas cubiertas de hierba.
Ha pasado tanto tiempo desde que los últimos habitantes la dejaron vacía. Las puertas hace tiempo que desaparecieron también.
¿Cuantas personas consideraron a la vieja casa su hogar?. ¿Cuantas reuniones amenas alrededor de la mesa de la cocina?. ¿Cuantas noches velaron sus muros el sueño de quienes dormían en las habitaciones?. Cuantas tragedias, cuantas alegrías se vivieron entre sus antiguas paredes.
Cuantas historias se vivieron en su interior y ahora solo quedan el olvido y el silencio.
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